Ayer la noche estuvo marcada por un mundo que se amenaza en pie de guerra.
A lo largo del globo, los pisoteados salieron a juntar bellas palabras cargadas de dignidad, con sombras de revuelta.
La vida hoy se hace más soportable.
Ahora que la injusticia arrecia, se despejan caminos confusos
y en los muros de nuestra indolencia se van abriendo poco a poco las grietas.
El wiskey con hielo, un cigarro y las canciones de nariz,
la misma fórmula de siempre,
y aunque la risa no da abasto, entre canción, rayita y abrazo,
una extraña sensación emborrona mi embriaguez,
sustituye al desparpajo.
Se acerca con aires de futuro desnudo y sincero,
y deja un poso de expectación y un titubeo
que va y viene de la gloria al infierno,
que abraza el cielo sin dejar de tener los pies anclados al barro.
Y la música se detiene.
En la puerta del bar el silencio embarga el ambiente de euforia.
Las miradas de mis amigos se van perdiendo entre las calles de la ciudad,
Mientras pasan a toda prisa las hojas del calendario,
buscando una respuesta certera y firme a esta digna y bendita incertidumbre
que ha venido para quedarse.
Nos van naciendo las ganas de dar la batalla;
se va tornando posible cambiar el rumbo del mundo;
la necesidad de soñar y de andar otra historia,
de parir nuevas formas, de ganar el futuro.