Siguiendo las huellas que deja mi vida
De hartazgo y de rabia, de sueños de un día,
Embargo la ley del deseo y la risa
Y cargo a trompazos contra mi alegría.
Simulo que siento que todo es perfecto,
Que ante su avaricia ya no me revuelvo,
Y escupo en la cara de lo intrascendente
Robándome un tiempo que no se detiene.
La luna está ciega y enferma de amnesia;
El sol ciega al hombre aunque nadie se queja;
Si salgo a la calle vomito de histeria
Y su Dios pinta de oro lo que sólo es mierda.
Ya basta de cuentos y de apologetas,
Me bajo de un mundo que apesta a miseria;
Y agarro una piedra y la lanzo certera
Contra los cristales de vuestra indolencia.
A pesar del enfado, del odio y del llanto,
Mañana en silencio me arranco en el canto.
Y es que al caminar, deprisa o despacio,
Me zafo del barro que lastra mis pasos.